Terapia Génica: una breve valoración ética
Las cuestiones éticas en la terapia génica se valoran tomando en cuenta el objeto del tratamiento y el tejido destinatario de la terapia, considerando cuatro cuestiones principales: la terapia génica somática, la terapia génica germinal, la manipulación genética perfectiva o de mejora y eugenésica.
Primero, la terapia génica sólo debería ser aplicada para tratar pacientes con determinadas enfermedades genéticas raras y no como instrumento de un programa social eugenésico que trata de mejorar el acervo génico humano. Segundo, la terapia génica no incluye la estimulación genética de características tales como el comportamiento, la inteligencia o el aspecto físico, por lo que solo se debería intentar cuando no hay otras alternativas terapéuticas o cuando, habiéndolas, suponen un mayor riesgo o una menor acción beneficiosa. Tercero, la aplicación de la terapia génica a una enfermedad humana debería requerir la evidencia de que es segura, beneficiosa, técnicamente posible y éticamente aceptable.
La terapia génica de células somáticas para el tratamiento de enfermedades graves puede considerarse ética porque puede ser apoyada por los principios fundamentales de autonomía, beneficencia y justicia. El tratamiento de células somáticas por medio de la terapia génica no presenta problemas éticos diferentes a los de cualquier otro tipo de terapia experimental tales como la utilización de nuevos fármacos o de técnicas quirúrgicas novedosas.
Así como la terapia génica somática ha sido ampliamente aceptada por la comunidad científica y positivamente valorada desde el punto de vista ético, la terapia génica germinal se enfrenta, por un lado, con obstáculos técnicos y, por otro, con disparidad de criterios respecto a su valoración ética. Realizar una terapia génica en las células germinales, con la finalidad de que los embriones no estén afectados por anomalías genéticas, equivale a una “ruleta rusa” de consecuencias imprevisibles para el nuevo ser, ya que constituye una ofensa a la integridad, debido a que modifica la base genética de la individualidad y, por tanto, la dignidad personal. En la circunstancia actual y privando a la expresión de su contenido quizá grandilocuente, se puede seguir hablando de “la inviolabilidad del genoma humano” o de la exigencia de que cada nuevo ser humano reciba una dotación genética que no haya sido modificada.
En la manipulación genética perfectiva y eugenésica se ha traspasado ya la frontera de lo meramente terapéutico, aunque no es fácil esa delimitación dadas las imprecisiones que rodean a los conceptos de salud y de enfermedad. Esta situación podría tener que ver con el transhumanismo.