Prevención del embarazo en adolescentes: un asunto de responsabilidad
Para hablar de inculcar responsabilidad a los adolecentes sobre prevención del embarazo es necesario tomar en cuenta la diversidad de situaciones que abarcan el término embarazo adolescente, con el fin de identificar prioridades no tan solo en términos de políticas públicas, sino también en diseñar las acciones conforme a las necesidades de los diferentes grupos de adolescentes y orientadas principalmente en una adecuada educación afectivo-sexual, ya que muchas veces la ausencia o deficiencia de esta así como las desigualdades de poder entre varones y mujeres dificultan tomar conductas anticonceptivas o muchas veces afectan su eficacia. Es necesario conocer la perspectiva de las y los adolescentes, incluyendo los actores sociales involucrados que hayan sido poco estudiados o desarrollados y considerar su impacto a largo plazo. Esto hace que sea necesario un acercamiento desde un enfoque basado en la vulnerabilidad social.
En la educación sexual fundamentada en la responsabilidad deben involucrarse tres grandes dimensiones: el componente individual, es decir, la información a la cual los adolescentes tienen acceso, a su capacidad de elaborarla y a la posibilidad de transformarla en prácticas efectivas; el componente social, basado en la recepción y metabolización de la información y la posibilidad de transformar comportamientos que dependen de cómo y con qué inversión de recursos la sociedad se organiza para ofrecer condiciones para operar en el mundo, tales como el nivel de escolaridad, los recursos personales y materiales, el poder político, control en el acceso a los medios de comunicación de masas, etc.; y el componente político-institucional, que remite a los esfuerzos programáticos volcados al ofrecimiento de condiciones para que los adolescentes puedan ejercer sus derechos.
Se debe considerar legislar y sobre todo ejecutar programas bajo el contexto actual de reconstrucción de diversas formas de relaciones de pareja y familia, desvinculando la sexualidad de la reproducción, puesto que nos urge desdibujar las representaciones estructurales en torno a la sexualidad juvenil y comprenderla más allá de una práctica biológica, sino que también implica que la afectividad y otros sentimientos son importantes a la hora de considerar los factores preventivos y protectores en torno a la sexualidad.
El objetivo más importante debe ser implementar una intervención educativa donde en las fuentes de información la familia tenga una mayor participación en la educación sexual de los adolescentes, pues es en su seno donde se adquieren y se deben inculcar la base de los valores que han de guiar sus conductas.
Es importante recordar que espacios como la escuela y los centros de salud deben seguir siendo aprovechados dada la necesidad y valor que tiene la información a estas edades como arma en la prevención y la protección de los intereses de los y las adolescentes.
Con una preparación sistemática se puede garantizar el inicio oportuno de una vida sexual responsable, además de una sólida educación moral y una relación franca entre padres, educadores y adolescentes, que buscando aumentar el conocimiento en diversos temas de salud sexual y reproductiva como un eje transversal, con contenidos adecuados y métodos actualizados que provean de información relevante para la actuación positiva, autónoma y responsable.
